La naturaleza es tan sabia que ha dispuesto para los críos mamíferos la presencia de una madre que los acompaña durante un tiempo hasta que logran independizarse. Los humanos no escapamos a esta regla, por mucho que las madres modernas, por estética, pretendan dejar a los niños antes de tiempo. Y es por esta pretensión y otras razones que rescatamos la necesidad de protección de los niños.

A diferencia de los animales, los humanos no
somos tan naturales, porque hemos desarrollado aspectos de sociedad y cultura,
pensamiento y lenguaje que nos hace pasar por procesos de desarrollo que un
animal por su propia naturaleza no tiene. Por esa diferencia, es que nos
encontramos por encima de la escala filogenética lo que nos hace tan
dependientes en los primeros años, no sólo físicamente, sino mental y
emocionalmente.
Tener un hijo o hija a temprana edad puede ser
maravilloso o puede ser un desastre, depende del desarrollo emocional de las
personas y de la forma en que han sido criadas. Si esta persona tiene
aspiraciones y maduramente reconoce de la responsabilidad parental, su hijo o
hija tendrá protección física y sobre todo emocional. De lo contrario, esa
criatura estará en constante sobresalto, angustiada y hasta depresiva.
Se aprende a ser depresivo, se aprende a estar
depresivo, porque el aprendizaje se realiza de manera activa y repetimos los
comportamientos que hacen que sigamos un camino. El éxito de una persona
depende de su niñez y de la forma como se le ha criado. Me refiero a la forma
de cómo se le ha hablado, cómo se le ha corregido, de las tonterías que
cometemos los adultos y luego intentamos corregir, cuando el comportamiento ya
fue asimilado.
Uno de los más grandes aportes de Jean Piaget,
lo hizo a la psicología de la inteligencia y fue que la inteligencia se refiere
al nivel de adaptación que uno realiza en el espacio y tiempo en el que vive,
así la adaptación es un proceso que implica dos subprocesos la asimilación y la
acomodación. Estos no tienen que darse en un solo acto la criatura puede
asimilar un comportamiento de un adulto referente al que imita y reproduce y
años más tarde ese conocimiento lo emplea de manera reactiva como un
comportamiento subconsciente.
Una criatura observa, registra, guarda y
aprende potencial o efectivamente. Si es potencial, no es el momento de
acomodarse, si es efectivo es de aplicación inmediata o de acomodación
instantánea. Para Bloom, los procesos cognitivos van desde procesos cognitivos
de orden inferior como recordar, comprender y aplicar, hasta procesos
cognitivos de orden superior como analizar, evaluar y crear, formando un
continuum.
Recordar hechos y datos sin necesidad de
entenderlos, un simple registro que permite reconocer objetos, hechos,
palabras, conceptos básicos, respuestas, comportamientos. Bandura lo explicaba
con su aprendizaje social y el modelamiento. Una criatura no entiende las
palabras, estas adquieren sentido por el tono y volumen de voz con que se
dicen, pero principalmente el recuerdo está fijado por la emoción que genera y
esta aparece con los gestos asociados a la mímica y la voz. Una mirada fija, la
señalización con un dedo, el tono y volumen de voz, hacen un registro completo
de la situación.
Comprender es un proceso inmediato superior se
basa en el recuerdo en su repetición y en las circunstancias del hecho, la
criatura muestra algún entendimiento cuando se presenta un hecho similar o con
algo parecido, existiendo la posibilidad de repetir un comportamiento.
Ese relato nos prueba que muchas veces hacemos
cosas sin saber porque y no preguntamos, lo damos por hecho de que así se hace
en todo lugar, hasta que nos preguntan por qué lo haces así, sólo en ese
momento nos cuestionamos, porque no encontramos la respuesta de fondo, sólo
sabemos que así lo aprendimos.
En casa, nos servían primero el segundo plato
y luego venía la sopa. Una vez invité a un amigo a casa a almorzar, le gusto
mucho la sazón de mi mamá y me dijo, cuando me vuelves a invitar. Yo estaba muy
contento de que le hubiese gustado, salvo por el comentario que vino después.
En tu casa almuerzan a la criolla, primero el segundo plato y después la sopa.
Ese comentario me resonó en la cabeza y,
cuando tuve oportunidad le comenté a mi mamá, su respuesta fue, a mi me
interesa que se coman el segundo ya que con la sopa se llenan de líquido, así,
si se quedan con hambre del segundo, se llenan con la sopa y no al revés,
porque no me gusta que me dejen el segundo. Obtuve una respuesta directa,
entonces empecé a preguntar por todo, aunque a veces era incómodo para los
adultos responderme, ya que preguntaba de todo y por todo.
Nadie espera que un niño de 8 años empiece a
preguntar sobre, cómo nacen los niños, cómo se engendran los niños, o porque un
motor diesel es diferente de un motor de combustión a gasolina, entonces
encontraron una forma de canalizar esas respuestas: tienes curiosidad, busca en
las enciclopedias Espasa Calpe o en la Británica, además para eso tienes el
diccionario Larousse de 6 tomos. Ya si no entiendes o no encuentras la
respuesta, me preguntas decía mi papá. Para asegurarme, antes de preguntar a mi
papá les preguntaba a mis hermanos mayores.
Conozco niños que hacen lo mismo y eso les
preocupa a sus padres y empiezan las preguntas, al estilo de padres modernos,
no será raro que los niños pregunten. Mi respuesta es siempre la misma, son los
padres los que deben ir al psicólogo, los niños pueden estar evolucionando
bien.
Otra respuesta que acostumbro a brindar es:
todo es aprendizaje, casi no hay nada que no sea aprendido. Muchas de nuestras
reacciones pueden ser, la primera vez eso, una reacción, pero la segunda vez
que ocurre, y es un aprendizaje que cada vez que se repite se refuerza más.
El aprendizaje de vida se da como consecuencia
de todos los pequeños aprendizajes, que se vuelven automáticos y por tanto se
les denomina hábitos. Cuando descubrimos que estamos haciendo algo en
automático y no sabemos por qué, entonces estamos haciendo conciencia de un
comportamiento automático o hábito. Hace poco hice conciencia, por
descubrimiento del consumo de 4 Kilos de azúcar al mes. Entonces, hacemos
nuestra vida con un cierto grado de inconciencia, porque lo hacemos en
automático, lo aprendimos y lo llevamos al nivel de comportamiento reflejo. Lo
interesante de esto es que ponemos en movimiento todo nuestro cuerpo.
Imaginemos que estamos aprendiendo a manejar bicicleta, aquí aparecen
coordinaciones ojo, mano, equilibrio, motricidad, cálculo de distancia, velocidad,
dominio corporal, etc.
Nuestra vida no es otra cosa que la repetición de una serie de comportamientos, algunos muy complejos, por las coordinaciones que implican. Esos comportamientos fueron aprendidos en su momento y de tanta repetición los realizamos casi sin ser conscientes.
Mientras no seamos conscientes de todos los
hábitos, buenos y malos, no podremos hacer ningún cambio y si queremos mejorar,
debemos desaprender aquellos hábitos que no nos dejan mejorar y de los cuales
no somos muy conscientes. Ese es mi trabajo de Consejero, ayudar a que hagas
conciencia de tus comportamientos automáticos y como Coach es ayudarte a lograr
tus cambios para que alcances tus objetivos.
Alguien me dijo, por eso es importante meditar. Sí, es importante meditar, pero la meditación sólo nos ayuda si nos enfocamos en conocer cómo estamos viviendo, cómo son nuestros hábitos y cómo saber si son buenos para nosotros y nuestra mejora. Identificar que hábitos no son buenos y pensar en cómo los cambiamos. Sólo mejoramos si somos conscientes de aquello que no nos deja progresar y nos aseguramos de cómo cambiarlos.
Les deseo una buena meditación. Gracias por
seguirme.
Carlos Alberto Gálvez
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