Expectativas de Refuerzo
Hace mucho tiempo incorporamos en un Taller de Capacitación sobre Técnicas y Dinámicas Grupales para Promotores de una ONG conocida el tema de Pigmalión y las Expectativas de Refuerzo, luego lo presentamos en un proyecto internacional y finalmente lo mostramos en escuelas y universidades. Hoy creo que hay que darle mayor difusión y hacer que se tome conciencia clara de este tema que siendo de suma importancia, pareciera que la gente aún no toma conciencia de él.
El tema data de muy antiguo y pareciera que está ligado a la regla de oro de la humanidad y digo esto porque las religiones antiguas ya lo decían y la cristiana también, esta Regla de Oro, como principio moral, muy difundido entre diversos pueblos, es revelador de la actitud humanista, algunos ejemplos dan cuenta de ello. Confucio: "No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran", Platón: "Que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hiceran a mí", Rabino Hillel: "Lo que no quieras para ti no lo hagas a tu prójimo".. Máxima jainista: "El hombre debe esforzarse por tratar a todas las criaturas como a él le gustaría que le tratasen". En el cristianismo: "Todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Entre los sikhs: "Trata a los demás como tú quisieras que te trataran". La existencia de la Regla de Oro fue comprobada por Herodoto en distintos pueblos de la antigüedad".
Una variante de esa expresión es la locución de Johann Wolfgang Goethe
“Trata a la gente como si fuera lo que debería ser, y la ayudará a llegar a serlo”
Mitología y Dramaturgia
Uno de los mitos más antiguos de Grecia, trata de un escultor que se enamoró de una de sus creaciones. Cuenta la leyenda que el rey Pigmalión no encontraba la mujer perfecta por ello se esforzaba por crear a la mujer perfecta, ideal y sublime en el mármol, como ofrenda a la Diosa Afrodita y que fuese mejor que otras esculturas.
La historia da cuenta de otros escultores que dejaron sus obras, la Afrodita de Cidos y en Roma la Venus de Milo. La escultura de Pigmalión no sobrevivió por una razón extraña: cuando la estatua quedo terminada, Pigmalión había hecho tan bien su obra que se enamoró de ella. Su amor era tal que, no comía ni dormía, sólo contemplaba su obra con tal adoración.
Era una obsesión y como ocurre en toda la mitología griega, los dioses intervienen en la vida de los hombres. Afrodita agradecida por la ofrenda y apiadada por ese amor obsesivo, se presentó y le dijo, si quieres que ella te responda, ponte de pie y bésala. Cuando Pigmalión así lo hizo, la estatua cobro vida, se convirtió en una mujer tan ideal como lo era en el mármol y se casó y tuvieron un hijo.
En el libro X de “Las Metamorfosis” del romano Ovidio se encuentra también relatada esta historia y él dice:
El dramaturgo irlandés George Bernard Shaw aficionado a la mitología griega, aprovechó este mito y produjo la obra de teatro titulada Pigmalión, aquí el relato cambia por una mujer llamada Liza Doolittle, que era una florista londinense (representa a la mujer de mármol) que es transformada a imagen y semejanza de una duquesa.
El concepto desarrollado por Shaw es que la gente actúa como se espera que actúe y se vuelve lo que se espera que se vuelva. En la Obra el Profesor Higgins transforma a Liza cambiando sus características exteriores de habla y apariencia. El verdadero cambio se produce en la mente y la personalidad, comenzó a pensar, actuar y portarse como una duquesa. Se convirtió en una duquesa, porque se presentó como una duquesa y por tanto, la gente la trató como tal.
En la propia obra Liza Doolittle lo explica en la obra, ella dice “… la diferencia entre una dama y una florista no es cómo se porta, sino cómo la tratan”.
Esta historia quedaría en lo anecdótico si no se hubiera comprobado científicamente que las expectativas de refuerzo existen, se pueden aprovechar y manejar. Un ejemplo de la vida cotidiana, donde se puede ver cómo se podría activar el Efecto Pigmalión es el momento en que los padres se disponen para ver dar los primeros pasitos de su hijo o hija. En ese momento, uno se pone a un lado con el niño y el otro padre al otro extremo a una distancia prudente, animándolo a caminar sin cogerse de nada. El padre que espera anima no sólo con la voz, sino principalmente con los gestos
(comunicación no verbal) abre los ojos, abre los brazos y los dedos de las manos, la expresión es de expectativa, la criatura no sólo sabe que va obtener un abrazo, risas, besos (caricias positivas) que ya las probó, cuando gateaba, el escenario es el mismo, esa animación ya la sintió la criatura. Ahora, acompaña a esa motivación su propia necesidad de autonomía de movimiento.

Las expectativas las ponen los padres, la criatura tiene necesidad de autonomía de movimiento, su maduración muscular y ósea se encuentra en su nivel y la sensación de poder hacerlo, generan la emoción que predispone para hacerlo.
En la fotografía adjunta (obtenida en internet) vemos las expresiones de los padres. Esas mismas expectativas son necesarias para activar el Efecto Pigmalión. En otro artículo, haremos una exposición más detallada del trabajo de Robert Rosenthal.
Carlos Alberto
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